A pesar de la oleada (y nunca mejor dicho) de temporales que azotan nuestras costas. Todavía entra algo de pescado. Aquí quedan unas instantáneas de la madrugada de hoy en la Lonja de A Coruña.
¡Qué recuerdos! Cuando visitábamos a nuestros abuelos en Matosinhos (O Porto- Portugal) a mi padre le encantaba llevarnos a comer <arros de camarão> a las tascas marineras del cais del pueblo. Comidas hechas como en casa, para los marineros que no tenían tiempo para ir a comer a casa. Pequeños restaurantes ya en decadencia, con vajillas desgastadas de lavarlas a mano, suelos agrietados, botellas llenas de polvo, comidas servidas en ollas de aluminio, ojos abiertos como platos a la llegada del arroz y de repente...llegaban los soplidos apresurados sobre las cucharas para enfriarlo rápidamente. Y tras los vientos. ..llegaba el silencio en la mesa...sólo el repicar de la cuchara contra los platos..escarbando en busca de algún grano de arroz estraviado. Por apenas unos pocos escudos comíamos todos hasta hacer caer nuestras espaldas en el costado rígido de la silla. Entonces comenzabas a percatarte de la vida más allá de tu mesa. De la pobreza, de la dureza de la vida del mar,
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